domingo, 11 de enero de 2009
A toda velocidad
Tú sabías, langostín, que cuando tú llegaras íbamos a vivir a toda prisa, que los días se pasarían volando, que crecerías muy rápido, que no nos ibas a dejar mucho tiempo para actualizar este blog, ni para hacer las cosas que solíamos hacer antes, ni para nada que no sea hacerte caso a ti y a tus circunstancias.
Por eso te encasquetaste tu gorro de pilotar y te lanzaste al 2009 esprintando en las rectas y sin frenar en las curvas, y nos llevas con la lengua fuera, intentando seguir tu ritmo, nosotros que crecimos en el lento siglo XX, en un mundo del pasado que no es el tuyo.
A esta velocidad, ¿quién podría dar cuenta de todos tus progresos en estos 12 días? Si apenas da tiempo a consignar más que uno... por ejemplo, que ya tienes ombligo!
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