Aquí estoy otra vez. No me he retirado de la blogosfera, es que he estado peleando con los virus y eso me ha tenido muy entretenido.
Esto de la guardería tiene su aquel, pero qué queréis que os diga, yo creo que son centros de guerra bacteriológica. Lo que más he hecho por ahí ha sido intercambiar microbios con mis amiguitos y después compartirlos con los dos sujetos que me han enviado ahí, en venganza. Total que llevamos mes y medio todos pochos, aunque no tanto como en el día de la foto, que tenía yo una cierta melancolía en la mirada. Y no por la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, sino por unas defensas de menos y unas décimas de más.
Para que no os preocupéis por mí, aquí va otra foto que refleja mejor el estado habitual de mi espíritu sandunguero.
Total, que en la guardería no se estaba mal, pero me he pasado a una Casa de Niños aprovechando una vacante. Ya puedo decir que tengo un currículum académico: dos centros diferentes en menos de dos meses, eso es movilidad del estudiantado (¡aprende, Bolonia!).
Ya me han explicado los-que-me-metieron-en-todo-esto que la Casa de Niños viene a ser como la guardería, solo que por menos dinero tenemos garantizados los mismos virus o incluso más que en el otro sitio. Parece que todos son ventajas, ¿no?
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