Hoy el langostín cumple un año y nos ponemos a mirar atrás para exclamar ¡caramba, lo que ha cambiado este crío! Esta foto es de la mañana del mismo día 31 de diciembre de hace un año. De entonces a acá, el langostín ha cuadruplicado su peso y ha debido de crecer unos 30 centímetros.
Se nos ha ha vuelto muy despabilado, aunque eso ya se veía venir cuando puntuó 8 y 9 en el test de Apgar, al poquillo de nacer. Ha echado cinco dientes y ha aprendido muchas, muchas cosas, sobre todo mañas y picardías. Ha dejado bien claro que él ha venido a pasárselo bien y a hacer su voluntad, si le dejamos. Ha descubierto a Pocoyó, a los hermanos Koala, a Caillou y al oso de la casa azul. Ha aprendido a sentarse, a ponerse casi de pie, a decir adiós con la mano, a chapotear en la bañera, a reconocer cuándo salimos a la calle, a llamar a su madre y a utilizar cinco palabras. Sabe cómo se llama y nos conoce bien a los que le tratamos frecuentemente. Poco a poco ha ido pasando de tomar sólo leche a comer casi de todo. Ha comenzado a ir al cole y tiene amigos y una maestra con los que se lo pasa muy bien. Ha pasado unos cuantos catarros y cosas parecidas, y las ha superado todas. Ha viajado en coche, en tren, en barco, en autobús, en metro y a caballito. Ha estado en una isla y se ha bañado en dos mares. Nos ha ayudado a llevar este blog a los que le metimos en todo esto. Y todo esto sin darse importancia.
¡Feliz cumpleaños, langostín!