viernes, 18 de diciembre de 2009

Las notas del pollo Pepe (un cuento casi de Navidad)

Se acercan las vacaciones y el Langostín y todos los demás crustáceos de su clase han trabajado mucho estos últimos días decorando el cole. Ayer, con todas las aulas engalanadas con piñas, hojas y guirnaldas, estaban todos preparados para la llegada de Papá Noel, o de Mamá Noel, que al final no nos ha quedado muy claro quién ha venido.

El caso es que al Langostín le han traído un libro, La luna está triste. El libro no es de los comestibles, pero el Langostín no lo sabe y está empeñado en sacarle valores nutritivos con los cuatro dientes de conejo que tiene a estas alturas.


Ahora la luna no solo está triste, además está mordisqueada y chuperreteada. Cualquiera en su lugar se deprimiría, pero esta luna está hecha de una pasta especial (aunque no alimenticia, ya digo). Ella sigue ahí arriba tan terne, y su estoicismo se ve recompensado [spoiler]: al final del cuento el ratoncito logra darle un besito a la luna subido encima del cocodrilo que se sube encima del tigre que se sube sobre el oso polar que se sube sobre el elefante. Y el cómo se llega a este peculiar castellet zoológico, es el argumento central del libro. Todo esto contado, directo y al grano, en 10 páginas. Ken Follet debería sacar algunas conclusiones [fin del spoiler].

Hoy el regalo ha sido para nosotros. Para empezar, hemos recibido la primera felicitación navideña Made in Langostín, que ya está colocada en un lugar de honor de la casa. El abeto de estropajo es total, y además garantiza el reciclaje integral de la tarjeta, no vía transplante del tocón en algún monte, sino refrote de su fronda en el fregadero (casi podemos oír el frus-frus). Nuestro grano de arena para el éxito de la Cumbre de Copenhague.


Y para terminar, hemos recibido también las Notas del pollo Pepe, o sea el primer boletín escolar que nos trae a casa el guaje. La conclusión es que el mozo progresa adecuadamente y a su aire en aparatados como “muestra interés por otros niñ@s”, “empieza a imitar los gestos de las canciones”, “disfruta manipulando y explorando objetos” o “colabora en la limpieza de cara y manos cuando se le pide”.



Nosotros ya lo sabíamos, pero ahora ya lo saben también su maestra y la directora de la Casa de Niños, además de que consta para la posteridad en los archivos del sistema preescolar de nuestra Comunidad. Y también lo sabe quien más nos importa: ustedes, lectores de este blog.

Y sobre todo, ahora lo sabe también el Pollo Pepe.