sábado, 3 de abril de 2010

Vacaciones (Semana Santa 2010)

"Esto de jugar todo el día cansa mucho"

I

Desde el viernes pasado el langostín no va a la Casa de Niños, que para eso está de vacaciones. Sus humildes sirvientes tratamos de entretenerle con paseos, juegos, músicas, acrobacias y cuchufletas varias, pero el langostín es muy exigente y propende a la saturación rápida y el paso incansable de una actividad a otra. La foto de arriba refleja a su Alteza en un momento de soberano aburrimiento, pero ese bostezo no es nada comparado con aquellos con los que culminamos el día El y La que le metieron en todo esto, agotados de nuestra tarea socio-lúdico-educativa. Porque nuestro convenio colectivo nos impide salir en este blog, que si no...

II

En los últimos días, el langostín parece a punto de echarse a caminar sin agarrarse a nada. Aunque todavía no se atreve, nadie duda de que su espíritu kamikaze acabará por imponerse. De momento, entre ponerse de pie, caminar agarrado, gatear a toda pastilla y hacerse chichones, ya tiene el tiempo bastante ocupado. Además ha aprendido a hacer "múuuu" si le preguntas cómo hace la vaca. También ha aprendido a aplaudir y salimos a unas cuantas ovaciones al cabo de cada día. A tocar la flauta ya aprendió hace tiempo, por no hablar de su manejo de los mandos a distancia y de su pasión por tocar cualquier teclado, ya sea de piano o de ordenador. Y ¿cómo ponderar su afición a los libros? Sobre todo desde que va admitiendo que no son comestibles y se entretiene más en pasar las páginas que en chuperretearlas.

"Éste para el aperitivo, el rojo de cena..."

III

Opina Comte que el animismo o fetichismo es una respuesta primitiva del espíritu que, incapaz de dar con las causas últimas de los fenómenos de la naturaleza, los atribuye a fuerzas sobrenaturales o divinas, de forma que el ser humano atribuye a objetos inanimados las mismas potencias de su alma (como el movimiento, el sentimiento, el lenguaje y la voluntad), solo que, por lo general, amplificadas.

Ay, Auguste, qué desencaminado andabas. Cualquiera que tenga un niño sabe que virtualmente todos los objetos que uno consideraba inanimados poseen las facultades de movimiento, de habla (o por lo menos de hacer sonidos) y quién sabe de si intelección superior. Y no porque uno se lo atribuya con su imaginación, sino al contrario, motu proprio, y muy a nuestro pesar. Prácticamente todos los juguetes hacen ruido, tienen luces, se mueven, y algunos hasta mantienen conversaciones fluidas. Se activan a la mínima, y es imposible cruzar una habitación sembrada de estos juguetillos sin pisar alguno y sin que unos cuantos, por contacto, presión, temperatura o aparente voluntad, te cante algo, se ilumine, se te suba por una pernera, o se ponga a charlar contigo.

Creí que lo llevaría bien, pero cuando el otro día una patata de peluca rubia y gafas de pasta verdes se empeñó en conocer mi opinión, nada menos que acerca de las teorías de Comte en torno al animismo, decidí que era hora de hacérselo mirar (a mí o a la patata).

Sobre todo cuando, al tratar de quitarle la pila, vi que no tenía.

Lo mismito que le pasa al chico de este vídeo (Owl City, Fireflies, 3'54'' min. de juguetes a su aire)

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