sábado, 31 de mayo de 2008

Chiquito pero matón

Muchos adultos confunden pequeñez con insignificancia. Estoy deseando que a ti te salgan las cuerdas vocales y que cojas un poco de práctica con ellas, para que podamos decirles juntos: "¡Qué tontos!"

Tú eres súper peque, pero bien que te las apañaste para comunicarnos que ya estabas por aquí y que no tenías nada de insignificante, ¡al revés! Lo hiciste practicando una proeza, un poco asquerosa, todo hay que decirlo, pero que tuvo su mérito. Con el asco que le da vomitar a mi compinche, lograste sacarla de la cama para eso mismo, y no una vez ni dos, sino cinco veces en una noche. Sí sí, no te hagas el inocente ahora, que nosotros bien que nos acordamos... ¡guarrete!

Debías estar muerto de risa los días anteriores, ahí escondido y sin decir ni mú. Todo lo muerto de risa que puede estar un blastocito, vaya. Total, que aprovechaste que estábamos de fin de semana en una ciudad al lado del mar, para decir ¡aquí estoy yo!

Lo del mar lo entiendo, que al fin y al cabo yo nací en el Mediterráneo, como decía Serrat. Este Serrat es un cantautor del siglo pasado, ya lo irás conociendo.



Total, que nos diste el fin de semana, majete: mi compinche ahí potando, al día siguiente muy cansada, con mucho sueño todo el rato, y con las primeras náuseas, aunque en aquel momento no las llamábamos así, más bien se decía "tengo el cuerpo del revés", esa fue la expresión habitual. Lo achacábamos a una ración de berenjena con tomates secos que habíamos cenado la noche anterior. La verdad es que tenías buena coartada, bribón o bribona. Pero ahora ya no nos engañas. Ahí andabas tú ya, diciéndonos a tu manera: "¡Chiquito pero matón!"

Claro que nosotros seguíamos in albis y así nos pasamos tres semanas más. Vaya lerdos, dirás,

Pues sí.

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